El Abuelito del Basurero: La Vida que las Moscas Comían

Es una costumbre cruel de la gente: esperar a que un perro esté viejito para botarlo. Eso le pasó a él. Lo encontramos en un basurero, no como un animal, sino como una cosa. Estaba tan débil que no podía moverse, y las moscas... las moscas se lo estaban comiendo vivo. Cada mosca era un recordatorio de que, para el mundo, su vida ya había terminado.

Hoy, ese abuelito duerme en una cama suave. Las manos que lo tocan son para darle cariño, no para desecharlo. Sus compañeros de manada lo respetan y Myriam lo cuida con una devoción que borra cada segundo de su pasado. Ya no es "el perro del basurero". Es un miembro venerado de la familia, un maestro de la resiliencia.